MERCADOS

La economía de Estados Unidos se enfría. Los altos tipos de interés que mantenido la Reserva Federal para combatir la inflación han hecho mella en la primera economía del mundo. El producto interior bruto (PIB) creció en el primer trimestre del año a una tasa trimestral anualizada del 1,4%, según la segunda revisión llevada a cabo por la Oficina de Análisis Económico, dependiente del Departamento de Comercio. Aunque es una décima más que en la estimación anterior, supone un frenazo en seco frente a anteriores trimestres y la expansión más moderada desde que el PIB se contrajo en el segundo trimestre de 2022. En el tercero de 2023, la economía creció a un ritmo trimestral anualizado del 4,9% y en el cuarto, al 3,4%. Aun así, el dato es ligeramente superior al que esperaban los analistas.

La economía estadounidense pierde vigor en pleno año electoral, aunque todavía mantiene una baja tasa de desempleo. El dato se publica en el día en que está previsto el primer debate entre los candidatos a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, Joe Biden y Donald Trump, en el que la economía será uno de los asuntos a tratar. El descontento de los ciudadanos sobre la situación se debe sobre todo a la fuerte subida de los precios durante el mandato de Biden, marcado por la recuperación pospandémica, con sus cuellos de botella, y por la guerra de Ucrania y el choque de oferta que supuso sobre los alimentos y la energía.

En comparación con el cuarto trimestre, la desaceleración del PIB real reflejó principalmente un menor crecimiento del gasto de los consumidores, las exportaciones y el gasto de las administraciones estatales y locales, así como una desaceleración del gasto de las administraciones federales. Estos movimientos se vieron compensados en parte por una aceleración de la inversión fija residencial. Las importaciones se aceleraron, retando crecimiento al PIB.

Se agota el colchón de ahorro

La fortaleza del consumo ha sido el principal motor de la economía estadounidense. Su resistencia ha desafiado las expectativas y se ha basado tanto en la fuerte creación de empleo como en la extraordinaria bolsa de ahorro acumulada durante la pandemia gracias a las ayudas públicas y el menor gasto derivado del confinamiento. Ahora, el mercado laboral se está enfriando y, según los cálculos de la Reserva Federal de San Francisco, ese colchón extra de ahorro, que llegó a superar los dos billones de dólares, se ha agotado. Los estadounidenses están tirando de tarjetas de crédito y la morosidad está aumentando. Son señales de que el principal motor de la economía pierde potencia.

La Reserva Federal no ha logrado aún su objetivo de estabilidad de precios, definido como una inflación del 2%. Ante la resistencia de los precios a moderar su crecimiento, ha mantenido los tipos de interés en el 5,25%-5,5%, su máximo en 23 años, más tiempo del que inicialmente planeaba. Además, en su hoja de ruta ya solo figura un recorte de tipos antes de fin de año, aunque algunos miembros de su comité de política monetaria aún apuestan por dos y dependerá de los datos que pueda llegar un primer movimiento a la baja en la última reunión del verano, en septiembre.

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