MERCADOS

El líder defensivo de la selección portuguesa está en el paro desde hoy. Képler Laverán Lima Ferreira nació en Maceió, la capital del tropical estado brasileño de Alagoas, pero lleva más de la mitad de su vida en Portugal. Pepe tiene 41 años y canta el himno de su país con la certeza de los convencidos de que, como dice la letra, defiende a una “nación valiente e inmortal”.

Ayer finiquitó su contrato con el Oporto, donde regresó hace cinco años y medio, en teoría, para enterrar su carrera. Y hoy saltará al campo del Eintracht para jugar contra Eslovenia (21.00, La1) sin la certeza de un futuro futbolístico, con un evidente riesgo también. “Si navegase en esos pensamientos, me perdería”, explica el futbolista más veterano en jugar una Eurocopa. El meta húngaro Kiraly había establecido la plusmarca en 2016 con algo más de 40 años.

Los números de Pepe no se han resentido en la última temporada. Jugó 30 partidos con el Oporto, donde empezó como suplente y en noviembre ya se había ganado el puesto. Tampoco dejó de mostrarse con la selección. Ahí el técnico Roberto Martínez le valora como un ejemplo: “Profesional las 24 horas, entrena bien, duerme bien, ama el juego y tiene una genética increíble”, le ensalzó. El seleccionador confirmó que el futbolista le ha confesado su intención de jugar, al menos, una temporada más. “La clave es la pasión”, matiza Pepe. Y algo de trabajo, también: “Los fisioterapeutas dicen que soy el dueño de las máquinas del gimnasio…”.

Así que Portugal se arma desde atrás con un tipo que desafía las convenciones y juega sin contrato y a la edad en la que otros ya hace tiempo que están en el retiro. Se trata, además, de un pretoriano que abraza la estrategia de sus entrenadores. Quizá por ahí hay que entender su salida de O Dragao tras una campaña volcánica en la caseta.

En la Eurocopa, Pepe defiende a Portugal, para la que se faja desde hace 17 años, y a Martínez, del que se discute su querencia por cerrar al equipo con tres zagueros en el fondo. La derrota ante Georgia, con una alineación alternativa tras haber sellado el liderato del grupo, reabrió ese debate y más por la floja actuación de algunas piezas, como el cotizado central António Silva, que salió en la fotografía de los goles encajados. “Hablé con él. Somos una familia. Tenemos que creer en el proceso. Lo que resulta complicado es atacar a selecciones que se cierran y encontrar los espacios”, valora Pepe. Por eso, ante Eslovenia se espera una liza similar a la que cerró con un fiasco contra Georgia. El plan luso pasa por posicionar a piezas como Bruno Fernandes y Bernardo Silva por detrás de los mediocentros rivales y que allí encuentren tiempo y espacio para generar fútbol en los últimos 30 metros ante Oblak.

No será sencillo. Y Portugal lo sabe: desde que Marruecos la eliminó del último Mundial con el billete para una semifinal en juego, la selección, ya a las órdenes de Martínez, jugó 15 partidos antes de llegar a Alemania. Perdió dos, ante Croacia en Lisboa y en Eslovenia el pasado marzo, con una zaga de tres, pero sin Bruno y Bernardo. Aquel día fueron João Félix, cuya cesión con el Barcelona acabó ayer aunque la entidad quiere que continúe, y Otávio los que se manejaron sin éxito entre líneas. Los eslovenos maduraron el partido y marcaron dos goles en el epílogo. Pepe ya había sido sustituido. En el fallido amistoso contra Croacia no jugó y en la tercera derrota, contra Georgia, estaba en el banquillo. “Una causalidad”, asegura.

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