MERCADOS

Copas, condones y tacones. No es la publicidad de una empresa de despedidas de soltero, es a lo que ha quedado reducido en Madrid el Orgullo y su cartel refleja esa decadencia mejor que ningún discurso. Poco queda en la fiesta que se celebra en la capital de lo que realmente es: la conmemoración de la noche en la que un grupo de homosexuales, lesbianas y transexuales se rebelaron contra los desmanes policiales y el acoso que sufrían por hacer algo tan revolucionario como juntarse para bailar; una revuelta improvisada, fruto de la rabia y el hartazgo. Lo que debería ser un evento reivindicativo —sin despreciar lo lúdico, no olvidemos aquello que nunca dijo Emma Goldman, sino un vendedor de camisetas con sentido del marketing: si no puedo bailar, no es mi revolución—, es ahora un mero pasacalles cuyo único fin es que las terrazas de la capital rebosen, una banalización tan indisimulada e intragable que rara es la ciudad que no organiza ya su propio Orgullo crítico alternativo.

Cómo no va a ser crítico el Orgullo cuando el auge de la extrema derecha pone en peligro logros tan difíciles de conquistar. A los que dicen qué ya están conquistados todos los derechos les invito a escuchar algunos datos que desgrana el documental Fútbol y homofobia: la homosexualidad es delito en la tercera parte del mundo y en once países puede ser castigada con la muerte. Cuénteselo a los cuñados que mañana les pregunten cuándo es el día del orgullo heterosexual.

En la liga española masculina no hay ni un homosexual entre sus 600 jugadores. Es mentira, solo callan por miedo. En las mayores alegrías o desdichas de sus vidas profesionales nunca podrán apoyarse en público en la persona que más quieren, no habrá un beso en las gradas ni un abrazo a pie de campo, esos gestos cotidianos que vemos con parejas femeninas están vetados para ellos. Las mujeres lo tienen más fácil, lo dice el documental de Movistar Plus+ y lo corroboran las cifras. Es cierto, pero, tal vez, porque su exposición mediática es menor. Ha sido conseguir una mínima visibilización y darse de bruces contra el odio. Esta semana, el Real Madrid femenino ha tenido que borrar de sus redes sociales unas imágenes de Jenny Hermoso y Misa Rodríguez durante sus vacaciones después de que se llenaran de comentarios homófobos.

No necesitamos copas, ni tacones, pero si sentimos que ya está todo conquistado y dejamos de defender nuestros derechos, más que carrozas acabaremos necesitando tanques.

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