Dos años después de su última participación, Rafael Nadal regresa a la Caja Mágica de Madrid. Lo hace en unas circunstancias anómalas, fuera de las quinielas para alzar el título y en busca del rodaje necesario para poder culminar la gira sobre tierra batida en París. No será fácil: “Ahora mismo, no jugaría en Roland Garros”. El tenista mallorquín, de 37 años, tan solo ha podido disputar cinco partidos esta temporada y al avance físico experimentado en Barcelona le ha seguido unos días de sube y baja en la Caja Mágica. Rostro serio, tono reflexivo. El campeón de 22 grandes, pues, no las tiene todas consigo, aunque su conexión con el torneo madrileño le mueve a un último desfile por la central de San Fermín.
“La afronto con ilusión, básicamente. Para mí siempre es especial jugar aquí, porque el apoyo que he recibido probablemente no lo haya tenido en ningún otro lugar del mundo. Tengo ganas de jugar una vez más aquí. La semana ha sido en algún aspecto buena, y en algún otro no. No creo que esté para jugar al cien por cien, pero sí para salir a jugar mañana [contra el joven Darwin Blanch], y para mí eso es importante. Poder jugar una última vez aquí significa mucho”, expuso este miércoles, durante la jornada previa a su estreno, en una sala abarrotada de reporteros. Y ante la reiteración en la pregunta sobre si era su última vez que jugará ante el público de Madrid, contestó con melancolía: “Sí, yo creo que sí”.
Respecto a su evolución, sembró la duda sobre su presencia en Roland Garros, a partir del 26 de mayo. A diferencia del discurso ofrecido la semana en Barcelona, más optimista, esta vez Nadal fue más contundente: la realidad es la que es, muy complicada desde el punto de vista físico. Su cuerpo y sus sensaciones van y vienen, y no termina de dar con el punto necesario como para competir a un nivel más elevado que el ofrecido recientemente en Barcelona, donde cedió en la segunda aparición —contra Alex de Miñaur, tras haber vencido a Flavio Cobolli— y se diluyó cuando el partido se dilató. Si en el Godó aseguraba haber dado “un paso adelante”, el momento actual es distinto. Hoy por hoy, no lo ve claro. Las molestias persisten y el horizonte es una incógnita.
“Lo idóneo sería poder jugar y no tener mucha limitación. Pase lo que pase [en referencia a los resultados], me da igual. Las sensaciones de la semana no han sido perfectas. Quizá no saldría a jugar mañana, pero es Madrid y se mezclan muchas cosas a nivel emocional que me llevan a salir a jugar. Eso no quiere decir que renuncie a nada en las siguientes semanas. No es un proceso hacia arriba en línea recta”, apuntó el tenista, que el 3 de junio cumplirá 38 años. “El objetivo es terminar el torneo vivo, en términos de físico”, indicó durante el turno en inglés.
Dice que los problemas que le impedían sacar durante los tres últimos meses se han atenuado, y que ahora puede ejecutar la maniobra mejor, pero al mismo tiempo admite que no es capaz de jugar “lo suficientemente libre” y que no puede competir acorde a su naturaleza. “No estoy preparado para según qué cosas”, reconoció. Y resolvió: “No sé qué va a pasar las siguientes tres semanas; voy a hacer todo lo que pueda para poder jugar en París y si se puede, se puede; si no, no voy a jugar tal y como estoy hoy; solo voy a salir a jugar si me siento lo suficientemente capacitado para competir. Voy a internar darme las máximas oportunidades de hacerlo y si no, máxima satisfacción. No se acaba el mundo con Roland Garros. No quiere decir que si no juego, se acabe todo allí. Pero no voy a hacer nada más de lo que en estos momentos me siento capaz de hacer”.
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