MERCADOS

“Nunca había visto tanta policía por todas partes”, dice Mohammed, camarero en una terraza de la calle comercial de Kettwiger, en el centro de Essen. La ciudad de casi 600.000 habitantes está completamente blindada, con calles cortadas, líneas de metro cerradas y un gigantesco dispositivo policial de 4.000 agentes con uniforme antidisturbios, helicópteros y drones. El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) celebra este fin de semana su congreso anual en esta ciudad del corazón de la antigua región industrial del Ruhr entre el temor de las autoridades a que se produzcan choques violentos. Se espera que acudan casi 100.000 manifestantes, entre los que podría haber extremistas de izquierda y activistas violentos, según la Policía.

Mohammed, de origen argelino, sonríe cómplice cuando se le pregunta qué le parece tanto despliegue: “En lugar de proteger a AfD quizá tendrían que protegernos a nosotros de ellos”. Las autoridades se centran en garantizar la seguridad del acto político, que se organiza apenas tres semanas después de las elecciones europeas que auparon a la formación ultraderechista al segundo puesto, con el 15,9% de los votos. En los últimos meses ha protagonizado diversos escándalos que han provocado la respuesta de la ciudadanía, como una reunión secreta con conocidos neonazis en la que se habló de deportar a millones de personas de origen inmigrante o unas declaraciones de su candidato europeo, Maximilan Krah, en las que blanqueaba a las SS nazis.

El inicio del congreso se ha saldado con varios detenidos que intentaban bloquear la entrada de los 600 delegados al Grugahalle, el palacio de congresos a las afueras de la ciudad donde se celebra el evento. “Algunos manifestantes llevaban máscaras y atacaron a los agentes”, ha informado la Policía de Essen en la red social X. A primera hora de la mañana un grupo de personas intentó romper uno de los cordones policiales y los agentes respondieron a porrazos y con gas pimienta. Salvo por esos disturbios puntuales, los actos de protesta pacíficos se suceden por la ciudad desde el viernes por la tarde. Varias decenas de miles de personas han marchado este mediodía desde la estación central hasta el palacio de congresos.

En la pancarta que abría la marcha se leía: “Contra el odio y la agitación”. Los manifestantes coreaban lemas como “Todo Essen odia a AfD” y “Somos todos antifascistas”. “No podemos quedarnos callados ante personas que nos enfrentan entre nosotros”, decía Lena Koch, estudiante de 19 años. Uno de sus amigos llevaba una pancarta casera en la que se leía “Höcke es un nazi”, en referencia al líder de la formación en Turingia, Björn Höcke, recientemente condenado por usar un conocido eslogan nazi en un discurso.

Por toda la ciudad hay montados “campamentos” de protesta y sentadas, se han celebrado pequeños conciertos, y a todas horas varios centenares de personas abuchean y pitan a los delegados desde la barrera policial. Desde dentro del recinto, a varios centenares de metros, no se les oye. La organización del congreso de AfD supone un desafío mayúsculo para los encargados de la seguridad, porque además coincide con el partido Alemania-Dinamarca en la Eurocopa este sábado, que se celebra a pocos kilómetros de Essen, en Dortmund.

La ciudad de Essen intentó impedir el congreso de AfD hace meses, cuando salió a la luz la conocida como conferencia de Wannsee en la que se habló de la “reemigración” de millones de inmigrantes. Como principal accionista del recinto ferial, el alcalde (de la conservadora CDU) trató de anular el contrato de alquiler. Argumentó que pretendía evitar la comisión de delitos como la difusión de eslóganes nazis en su interior. El partido llevó el caso a los tribunales y ganó. El alcalde, Thomas Kufen, afirmó en un comunicado que no compartía la decisión de los jueces: “Pero en última instancia hay que aceptarlo”, aseguró.

Los 600 delegados debaten durante el fin de semana cuestiones como la postura del partido sobre la Unión Europea o el apoyo de Alemania a Ucrania. AfD está en contra de la política de sanciones contra Rusia y rechaza frontalmente el envío de armas a Kiev. Esta última cuestión es una de las “líneas rojas” que según un alto cargo del partido impiden negociar la entrada de AfD en el grupo europeo de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

El grupo Identidad y Democracia (ID), liderado por Marine Le Pen, expulsó a Alternativa para Alemania a finales de mayo a raíz de las polémicas declaraciones de Krah. Desde entonces el partido ultra ha intentado congraciarse de nuevo con la francesa, sin éxito de momento. En paralelo, AfD está intentando formar su propio grupo, que sería el tercero de derecha populista en la Eurocámara. AfD, copresidenta de la formación, dijo este sábado que las negociaciones con otros partidos ―se necesitan 23 eurodiputados de siete países― van por buen camino.

En el congreso se tratan también cuestiones organizativas, como la renovación de su cúpula. Se daba por hecho que los actuales colíderes, Tino Chrupalla y Alice Weidel, serían reelegidos, y así ha sido. El 82,7% de los delegados han votado a Chrupalla, mientras que Weidel ha obtenido el 79,9% de aprobación. Durante la cita se debate asimismo la creación del puesto de secretario general a partir de 2025 y la eliminación del coliderazgo para dejar únicamente un presidente o presidenta ―se especula con que Weidel es la mejor posicionada― en la cúspide.

Oficialmente, el resultado de las elecciones europeas ha sido un éxito arrollador, pero entre altos cargos del partido asoman críticas a la gestión de la campaña y a la elección de los candidatos. “Las encuestas llegaron a darnos un 23%; la dirección tiene que preguntarse por qué al final nos hemos quedado en un decepcionante 16%”, desliza una persona con responsabilidades en la formación. Las críticas se centran en Maximilan Krah, al que el partido tuvo que esconder en la recta final de la campaña y al que acabó echando tras la votación. “Ya se sabía qué tipo de persona es; ¿por qué dejamos que liderara la campaña europea?”, se pregunta la misma fuente.

En sus discursos, los colíderes de AfD pidieron al Gobierno de coalición de Olaf Scholz nuevas elecciones e insistieron en los mensajes antiinmigración que protagonizaron las semanas previas a la votación. Weidel pidió un giro de 180 grados en política migratoria. “Necesitamos deportar inmediatamente a 300.000 personas que tienen que abandonar el país”, dijo en referencia a los solicitantes a los que se ha denegado el asilo, pero que siguen residiendo en Alemania. La copresidenta de AfD aseguró también que “Alemania necesita vallas fronterizas” y que deberían pararse inmediatamente las naturalizaciones.

La formación está vigilada por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, los servicios secretos internos alemanes, como presunta organización de extrema derecha. Weidel calificó a la oficina de “enemiga de la Constitución” y dijo que “debería ser abolida en su forma actual”, lo que provocó los aplausos entusiastas de los delegados.

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