La represalia iraní sobre Israel, en la noche del sábado, tenía todas las papeletas para desembocar en una escalada del petróleo y el gas, las materias primas más volátiles ante cualquier episodio en Oriente Próximo. Un pesimismo que amenazaba con contagiarse a las Bolsas mundiales. El escenario, sin embargo, es otro: el miedo a una escalada en la región, que ya había disparado el precio de ambos combustibles en el tramo final de la semana pasada, se disipa.
Los mercados interpretan, más bien, que la respuesta de Irán de este fin de semana al ataque israelí a su complejo diplomático en Siria queda, por ahora, encapsulada. Tanto el barril de petróleo Brent como el gas TTF, las dos referencias europeas, han amanecido este lunes a la baja, como si apenas dos días antes la Guardia Revolucionaria no hubiese dirigido cientos de drones y misiles sobre suelo israelí. El petróleo ha moderado sus pérdidas, y a dos horas del cierre de los mercados se sitúa por debajo de los 90 dólares el barril. El gas, por su parte, se abarata cerca del 1%. Las Bolsas también descartan lo peor: el Stoxx 600, índice que reúne a las 600 mayores empresas del Viejo Continente por capitalización, avanza un 0,8%. Igual que Wall Street en su apertura.
Los augurios no podían ser peores: el sábado, con los proyectiles aún dirigiéndose a Israel, el único mercado abierto —el de los criptoactivos—, se hundió. Se abría así una espita por la que el resto de mercados financieros tenían muchas opciones de discurrir. Pero un día en una guerra da para mucho: prácticamente desde el inicio del ataque, Teherán comunicó a través de su delegación en la ONU que daba la escalada por concluida. Y, aunque inédita, el escaso alcance de la (avisada) ofensiva iraní avanza por el momento que el enfrentamiento no irá a más. En esa línea parece apuntar, también, el intento de apaciguamiento estadounidense, que trata de persuadir a Israel de evitar una escalada.
Aunque en los primeros minutos de la sesión el crudo subía ligeramente, la tendencia cambiaba poco después: un par de horas después de la apertura de las Bolsas, el crudo se dejaba más de un 1% y alejaba los fantasmas. Con todo, la materia prima energética por excelencia se mantiene en zona de máximos (90 dólares por barril) desde el ataque de Hamás a Israel, en octubre del año pasado. El gas, cerca de los 30 euros por megavatio hora, está lejos del mínimo de poco más de 20 euros marcado a finales de febrero, pero a años luz de las cifras de la crisis energética.
El petróleo es el mejor indicador del nerviosismo de los mercados sobre Oriente Próximo. Una escalada de la suficiente magnitud podría llevar nuevas sanciones a Teherán, el octavo productor mundial, a un solo paso de Emiratos Árabes Unidos, y un miembro clave —fundador, de hecho— de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP, el cartel sectorial). Esto restringiría una oferta ya limitada artificialmente por el cartel. En los doce últimos meses, las exportaciones iraníes de crudo rozaron los 36.000 millones de dólares (33.000 millones de euros).
“La gran pregunta ahora para saber qué ocurre con el petróleo: ¿hacia dónde nos dirigimos? ¿Es el inicio de una guerra directa entre Israel e Irán, con sus respectivos aliados, o se trata solo de una represalia calibrada y telegrafiada? Las implicaciones para el mercado petrolero de una u otra opción serían muy diferentes”, apunta Jorge León, vicepresidente de Rystad Energy y exanalista de la OPEP. En el peor de los escenarios, añade, una inédita “espiral” de violencia en Oriente Próximo dispararía la prima de riesgo geopolítica en la cotización del crudo. También una potencial nueva ronda de sanciones internacionales sobre el crudo iraní justo cuando esos barriles vuelven paulatinamente al bazar petrolero mundial.
Que el régimen entre directamente en el conflicto podría suponer, además, el cierre del estrecho de Ormuz, que conecta el golfo de Omán y el Pérsico. Aunque en horas bajas desde los ataques de las milicias hutíes sobre buques occidentales, por él pasa, típicamente, la tercera parte del crudo que se mueve por mar en el mundo. Unas horas antes del ataque aéreo, la Guardia Revolucionaria había abordado en la zona un barco, parcialmente de propiedad israelí, y demostraba así su poder de disrupción.
Calma en los parqués
En los mercados bursátiles se ha impuesto la calma. El Ibex 35 cotizaba prácticamente plano en los primeros compases de la sesión y el Stoxx 600 incluso subía muy ligeramente. Los índices del Viejo Continente han ido cogiendo fuerza a lo largo de la sesión: el Eurostoxx50 se encamina hacia el cierre con subidas del 1,4%. A una cadencia similar se mueven el Dax alemán, el CAC40 francés y la Bolsa de Milán. El Ibex es el parqué europeo que peor se comporta, prácticamente plano. Gonzalo Messeguer, director general de Santalucía Asset Management, recuerda que “en los últimos años las Bolsas parece que se han acostumbrado a encajar malas noticias de geopolítica con mucha normalidad”.
Desde Citi apuntan que es “improbable” que el ataque de Irán lleve a una escalada a corto plazo, pero los riesgos sobre el mercado les llevan a subir sus expectativas de precios para el brent. Los analistas del banco británico recuerdan que las Bolsas suelen recuperarse de los eventos geopolíticos, a menos que estos vengan acompañados de movimientos de calado en el mercado de materias primas. Así se ha visto este lunes: las principales Bolsas europeas se encaminan a un cierre en verde, un optimismo reforzado por las ganancias de Wall Street en su apertura.
Con todo, los analistas de Citi insisten en que el riesgo geopolítico no se ha disipado y avanzan en sus estimaciones que las tensiones seguirán “extremadamente altas” en la región. No es la primera vez que la zona se acerca a una escalada grave en los últimos meses, y no se puede descartar que sea la última. Por lo pronto, la nueva fuente de incertidumbre es la respuesta de Tel Aviv a esta ofensiva inédita. El balón está ahora en el tejado de Netanyahu, y los mercados actuarán en consecuencia.
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