MERCADOS

“Es una pena que esto haya tenido que pasar para que el Ayuntamiento haya decidido cambiar de actitud”. Así resume Teresa Abáigar, la directora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), un centro de investigación de Almería dependiente del CSIC, la obstinación por parte del Consistorio almeriense por celebrar una serie de conciertos en el parque de La Hoya, pese a las advertencias de la entidad de que el ruido podía afectar seriamente al bienestar de los 400 ejemplares de gacelas que viven en el entorno. Los conciertos se realizaron y cuatro gacelas —una de ellas una cría y otra a punto de parir— y una hembra de arruí murieron por el estrés y agitación provocados por los decibelios de la música.

Aunque el Ayuntamiento trasladó en un primer momento a la EEZA-CSIC la compatibilidad urbanística de la celebración de los conciertos en ese lugar ―una parcela que forma parte de la Finca Experimental la Hoya que el CSIC posee a los pies de la Alcazaba y que cedió en 2007 al consistorio para que levantara allí un parque―, tras constatar las consecuencias letales que ha tenido para las gacelas, ha decidido dar marcha atrás y cambiar la ubicación del Festival de Flamenco, que también estaba previsto que se celebrara en el auditorio del recinto. “Lamentamos lo ocurrido. De haberlo sabido, no hubiéramos hecho allí los conciertos”, reconoce Antonio Urdiales, concejal de Área de Sostenibilidad, que indica que el estudio de las medidas acústicas encargado por el Gobierno municipal determinó que el nivel de los decibelios era bajo. “No éramos conocedores de que ese ruido de pocos decibelios pudiera conllevar esa mortalidad”, abunda.

Pero, aunque el Ayuntamiento ha dado marcha atrás, la muerte de las gacelas ha acabado en la Fiscalía. Podemos, IU y Equo presentaron este miércoles una denuncia ante la Fiscalía provincial de Medio Ambiente solicitando que investigue qué medidas de protección contra la contaminación acústica y otras previsiones ambientales se adoptaron para la celebración de los conciertos. Por su parte, el PSOE también presentará la semana que viene un escrito al Ministerio Público, pero por la vía penal, por entender que, tras la aprobación de la ley de bienestar animal, se recoge en el Código Penal dentro del tipo de maltrato animal, realizarlo “en un evento público”.

“Se ha desoído el consejo de los científicos”, se lamenta Abáigar. Desde que en 1970 llegaran las primeras gacelas y arruís procedentes del Sáhara Occidental, la EEZA es un referente en la investigación y recuperación de especies unguladas norteafricanas en peligro de extinción. Los animales salvajes se han aclimatado en la Finca Experimental La Hoya, un entorno de unas 20 hectáreas, que a finales del siglo pasado se ubicaba casi a las afueras de la capital almeriense, pero que ahora ha quedado constreñida por el crecimiento urbanístico. Con todo, este es uno de los mayores reservorios de la gacela mohor, la gacela de Cuvier, la gacela Dorcas saharaui y el arruí sahariano, con 400 ejemplares en total. Allí realizan sus trabajos los investigadores del CSIC y se desarrollan proyectos de reintroducción en Marruecos, Senegal y Túnez. Por eso la pérdida de cuatro ejemplares, tres de ellos hembras, tiene mayor trascendencia. “Esto no tiene vuelta atrás, hemos perdido animales de incalculable valor para los programas de conservación”, recordó esta semana Sonia Domínguez, la veterinaria del instituto de investigación.

En 2007, el CSIC firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Almería por el que le cedía unas parcelas de la finca para desarrollar un parque periurbano a los pies de la Alcazaba y revitalizar la zona, que se había convertido en un basurero. El nuevo diseño alberga un auditorio en el que el consistorio almeriense siempre ambicionó realizar conciertos. “Se pretendió en 2020, pero entonces remitimos un estudio científico-técnico detallado sobre el impacto que la contaminación acústica podría tener sobre los animales y los requerimientos administrativos que debían cumplirse a la hora de celebrar eventos de este tipo. La sensibilidad de ese equipo de gobierno era otra”, indica la directora de la EEZA.

Cuatro años después, los científicos del CSIC se enteraron por la prensa de la intención del Ayuntamiento de celebrar en el recinto, a 60 metros de donde se encuentran los animales, el festival de música Alamar. La EEZA remitió un escrito al consistorio reclamando que la celebración se trasladara a otros recintos y advirtiendo sobre el peligro que podía suponer la contaminación acústica para unas especies que, además, se encontraban en pleno periodo de reproducción.

El Ayuntamiento no dio su brazo a torcer y el ciclo de conciertos se celebró entre el 20 y el 22 de junio. Tres días después, el CSIC informaba de la muerte de cinco gacelas: por las lesiones traumáticas provocadas al tratar de atravesar la valla que protege la finca, otra como consecuencia de un aborto y una cría porque su madre dejó de amamantarla. “Todas provocadas como consecuencia del estrés y agitación provocados por los conciertos”, explicó Domínguez. “Su muerte podría haberse evitado”, subrayó.

Durante estos días, desde el Ayuntamiento se ha insistido a través de un comunicado que en el festival Alamar “se utilizó un limitador calibrado para que no se superaran en ningún momento los 92 decibelios (equivalente al sonido del tráfico en la ciudad o en una autovía) que ni siquiera se activó, ya que los informes de medición y telemetría del limitador incorporado al sistema de sonido por una empresa externa indican que no se superaron los 65 decibelios en el exterior de la muralla (el equivalente a una conversación entre tres personas y menos que el sonido de un teléfono)”.

“Los conciertos se van a trasladar a otro lado, esperemos que esto sirva para que no vuelva a pasar”, señala la directora de la EEZA, sobre la decisión del Ayuntamiento de trasladar a la Plaza Vieja las actuaciones del Festival de Flamenco, que iba a celebrarse en el parque de La Hoya, entre el 15 y el 20 de julio. Urdiales indica que se ha solicitado al CSIC informes sobre el fallecimiento de las gacelas para evitar que pase de nuevo un episodio como este. “No queremos cuestionar lo sucedido, sino buscar soluciones”, asegura el concejal.

Esa solución pasa por trasladar a las gacelas a un entorno más amplio para poder proteger a los animales. “Esa es la prioridad del CSIC, y estamos buscando un emplazamiento nuevo”, señala Abáigar. “Tenemos un acuerdo para que el Ayuntamiento busque un terreno en otro lugar. Sabemos lo importante que es mejorar las condiciones del centro de investigación”, sostiene Urdiales. El fallecimiento de estos ejemplares únicos y en peligro de extinción demuestra que si las gacelas no tienen posibilidad de reubicarse, son los acontecimientos musicales los que deben hacerlos para preservar el bienestar animal. Mientras tanto, el resto de las especies de la Finca se van tranquilizando poco a poco. “Han vuelto a sus ruidos habituales”, precisa su responsable.

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