MERCADOS

Al principio de la segunda parte, cuando el Barça estaba sufriendo ante el Lyon en San Mamés en la final de la Champions, Aitana Bonmatí, la actual Balón de Oro, recuperó la pelota casi en el centro del campo en una contra de las francesas. La futbolista de Sant Pere de Ribas, de solo 1,61m de estatura, hizo una conducción por la zona izquierda hasta la línea de fondo mientras aguantaba una tras otra las potentes embestidas de la delantera Diani. La centrocampista española es una jugadora que engaña a quienes no la conocen: tiene una técnica fabulosa, pero también unas piernas fortísimas y una capacidad extraordinaria para llevar el cuero pegado al pie a máxima velocidad. Bonmatí le escondió el balón a Diani y logró sacar un córner. Envalentonada, se giró hacia la grada, levantó las manos con gestos de rabia y pidió el apoyo de la afición para tratar de terminar con el mal trago después de que las lionesas se hubieran acercado antes al gol con un remate de Renard que se fue por encima del larguero nada más salir de los vestuarios.

FCBFFC Barcelona Femenino

Cata Coll, Fridolina Rolfö, Irene Paredes, Lucy Bronze, Ingrid Engen, Keira Walsh, Patri Guijarro, Aitana Bonmatí, Mariona Caldentey, Salma Paralluelo y Caroline Graham Hansen

Christiane Endler, Ellie Carpenter, Selma Bacha, Vanessa Gilles, Wendie Renard, Daniëlle van de Donk, Damaris Egurrola, Lindsey Horan, Kadidiatou Diani, Delphine Cascarino y Melchie Dumornay

Goles 1-0 min. 62: Aitana Bonmatí. 2-0 min. 95: Alexia Putellas.

Árbitro Rebecca Welch

Tarjetas amarillas Wendie Renard (min. 69), Alexia Putellas (min. 96) y Christiane Endler (min. 97)

Diez minutos después, Aitana detectó el espacio a la espalda de Egurrola cuando Mariona recibió sola el balón en el centro del campo. Bonmatí empezó a esprintar y su compañera le filtró el cuero. La centrocampista lo controló a unos ocho metros del área y condujo con las dos piernas hasta la portería de Endler. Casi sin ángulo, disparó con el pie izquierdo, la pelota rozó en Gilles para cambiar de trayectoria y colarse en la red. La jugadora más determinante de esta Champions —seis goles y seis asistencias en 11 partidos— y del mundo marcó el gol que decidió el encuentro y, sobre todo, dejó una actuación formidable —fue elegida como la mejor de la final, como en 2021— en la que siempre se asoció, hizo fluir el balón y mostró el carácter cuando el equipo lo necesitaba. “En casa, con todos los culés y contra el Lyon, ¿qué más se puede pedir? Es increíble lo que estamos viviendo como equipo. Yo soy una privilegiada por estar viviendo esto con el club de mi vida, 12 años aquí sintiéndolo desde bien pequeña”, dijo Aitana al término del partido.

La fiesta azulgrana la terminó Alexia Putellas, el primer gran icono de este equipo, que clavó un zurdazo en la red en el 95 para cerrar el marcador tras haber entrado desde el banquillo tres minutos antes. Con el tanto, Putellas y Aitana —las dos grandes figuras de esta época de gloria del Barça con tres orejonas— continúan empatadas como máximas goleadoras (22) de la historia del club en la competición.

Esta Champions supuso también una suerte de desahogo para Irene Paredes. La guipuzcoana sufrió como nadie en sus cinco temporadas en el PSG el dominio del Olympique de Lyon en Francia y en Europa. A la central —que en París tan solo pudo alzar una copa y una liga por la hegemonía de su rival— se le escaparon contra las lionesas la final de la Champions de 2017 en la tanda de penaltis y la semifinal de 2020. Ya como azulgrana, volvió a sentir esa misma frustración hace dos años en Turín.

Paredes se desquitó tras sufrir en los primeros instantes del partido una entrada fortísima de Dumornay. La delantera haitiana chocó con la defensa y le pisó el pie izquierdo. La central estuvo más de un minuto en el suelo, fue asistida y se recuperó. Continuó dolorida por el golpe —en varios momentos hizo gestos que evidenciaban su molestia—, pero se repuso y chocó una y otra vez para anular a la potente atacante del Lyon, un portento físico de 20 años —es una de las jugadoras más rápidas del mundo— que este curso suma tres goles y dos asistencias en Champions.

El triunfo es balsámico para un club que atraviesa una temporada complicada en su sección masculina. No solo por un póquer de títulos inédito —Supercopa, Liga, Copa y Champions—, sino por lo que supuso para la masa social. Unos 35.000 culés acudieron a Bilbao, la segunda mayor movilización de la historia azulgrana, tan solo por detrás de los 45.000 que viajaron a Sevilla para presenciar la final de la Champions de 1986 perdida contra el Steaua de Bucarest. La ciudad estuvo inundada de aficionados del Barcelona—el tranvía y los autobuses funcionaron con mucha dificultad— hasta tal punto que en la tarde soleada y calurosa de este sábado se batió el récord de asistencia en una final de la Champions: 50.827 espectadores, por encima de los 50.212 que hubo en 2012 en el Estadio Olímpico de Múnich en la victoria del Lyon ante el Eintracht. Casi como si el Barça hubiera jugado en casa.

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