MERCADOS

Franceses y alemanes vivieron de forma muy distinta la noche electoral del 9 de junio y el descalabro de sus partidos gobernantes tras los comicios europeos. En París, Emmanuel Macron desconcertó hasta a sus más próximos al disolver por sorpresa la Asamblea Nacional y convocar elecciones. En Berlín, Olaf Scholz pasó casi de puntillas por la sede electoral de los socialdemócratas y se retiró a guarecerse del chaparrón en privado. El SPD obtuvo su peor resultado en más de un siglo (13,9%), un humillante tercer puesto tras la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) que ha dejado el liderazgo del canciller tocado y, según algunos analistas, hundido.

Su coalición con verdes y liberales sumó apenas el 31% de los votos con una participación récord (64,8%) y dejó una pregunta flotando en el ambiente: ¿aguantará el Gobierno de Scholz hasta otoño de 2025? Pasadas dos semanas sin movimientos que parezcan indicar una retirada del canciller, el enfermo no ha salido de peligro. Todo lo contrario. A la aparatosa derrota en las europeas se suma ahora un desafío con potencial para darle la puntilla al tripartito: la negociación del presupuesto del próximo año.

Scholz y sus socios tienen por delante la ardua tarea de recortar 40.000 millones de euros del gasto federal para cubrir el déficit presupuestario de 2025. Se han propuesto ponerse de acuerdo antes de principios de julio, antes de que el Bundestag baje la persiana para las vacaciones de verano. Y, como ocurrió el año pasado, las posturas no podrían estar más alejadas. El SPD y Los Verdes se oponen frontalmente al recorte en partidas sociales y son partidarios de relajar las estrictas normas de gasto. Los liberales del FDP quieren cumplirlas a toda costa.

Con los líderes conservadores de la oposición llamando a elecciones anticipadas, el Gobierno de Scholz se juega su supervivencia a la carta de la armonía interna. “La coalición ha quedado muy debilitada y eso intensificará los conflictos en su seno. La auténtica competición no es entre Gobierno y oposición, sino dentro de la coalición”, apunta el politólogo Wolfgang Merkel, director emérito del Centro de Investigación en Ciencias Sociales de Berlín (WZB). En la negociación del presupuesto, “los partidos harán hincapié en los intereses particulares de su propio electorado y esto creará conflictos adicionales”, pronostica.

Dos años y medio después de su toma de posesión, el conflictivo Gobierno de Scholz está en su momento más delicado, con más de dos tercios de los alemanes descontentos con su gestión. El socialdemócrata preside el Ejecutivo más impopular de las últimas décadas y él es el canciller peor valorado, con un índice de aprobación personal que no llega al 30%. “Hasta ahora había considerado bastante improbables unas elecciones anticipadas en Alemania”, apunta la politóloga Ursula Münch, directora de la Academia para la Educación Política de Tutzing. “Supondrían un riesgo muy alto para los tres socios de Gobierno, ya que los tres incurrirían en grandes pérdidas. Pero crece el temor a que dejar que las cosas sigan igual suponga un riesgo aún mayor”. Esta sensación puede ser momentánea, en respuesta al estado de ánimo que han dejado las elecciones europeas, concede, y opina como Merkel que “todo dependerá de cómo se desarrolle la negociación presupuestaria”.

Las elecciones europeas han instalado un desasosiego mal disimulado en la Cancillería y en los ministerios de los socios de Scholz. Hasta ahora, Los Verdes mantenían su núcleo duro de votantes, pero en las europeas se han hundido (11,9% frente al 20,5% de 2019) como los socialdemócratas. Esto no solo causa agitación entre los líderes de las formaciones, sino también en los grupos parlamentarios, explica Münch. “Muchos diputados están preocupados por su reincorporación al Bundestag debido al cambio de la ley electoral y a la estipulación de un límite máximo de 630 escaños”, apunta. El secretario general del SPD, Kevin Kühnert, ha señalado que ya no descarta unas elecciones anticipadas y el partido se está preparando para esa eventualidad, “lo que demuestra hasta qué punto las europeas han puesto nervioso a todo el mundo”, dice la politóloga.

La mayoría de analistas descartan un adelanto electoral en Alemania. En primer lugar, porque como subraya Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín, ninguno de los tres partidos tiene ningún interés en celebrar nuevas elecciones: “Tal vez me equivoque, pero realmente no veo ninguna justificación”. También juega un papel el gusto por la estabilidad de los alemanes. El batacazo de Scholz y sus socios no es suficiente motivo para volver a llamar a los ciudadanos a las urnas cuando falta poco más de un año para la cita prevista. “El partido que rompa la coalición resultaría especialmente penalizado en los comicios”, asegura Merkel.

Disolver el Bundestag y, por tanto, convocar nuevas elecciones es mucho más difícil en Alemania que en Francia. Sería posible mediante el llamado voto de confianza, que requiere la iniciativa del canciller. Solo en una ocasión, en 2005, se han celebrado elecciones anticipadas en Alemania. Las forzó Gerhard Schröder mediante un voto de confianza. Pactó con Los Verdes para perderlo y que el presidente alemán, entonces Horst Köhler, pudiera disolver el Parlamento. Su intención era salir reforzado de los comicios, pero perdió ante Angela Merkel y los socialdemócratas no volvieron a tener un canciller hasta 2021, con la victoria de Scholz.

La ley prevé otro modo de formar un nuevo Gobierno federal fuera de los plazos previstos. Es lo que se conoce como voto de censura constructivo. Prevé la destitución del anterior canciller mediante la elección de uno nuevo, sin nuevas elecciones y, por tanto, manteniendo el equilibrio de fuerzas de los grupos parlamentarios. Pero la oposición conservadora tampoco ganaría demasiado con esta solución. “No cabe suponer que la CDU/CSU esté interesada en ello. Al fin y al cabo, es probable que consigan muchos más escaños tras unas nuevas elecciones”, apunta Münch.

Aunque los conservadores quisieran intentarlo, tampoco podrían conseguir una mayoría que eligiera como canciller alternativo a su líder, Friedrich Merz. Tiene 195 asientos de un total de 733. “Recordemos que la CDU excluye del juego político a Alternativa para Alemania, como siguen haciendo todos los partidos democráticos”, apunta el politólogo Merkel. Su conclusión es que son “muchos” los factores que apuntan a la permanencia de una coalición “no deseada” hasta otoño de 2025.

El propio Scholz ha contestado en su lacónico estilo a si se plantea nuevas elecciones: “No”. Volvió a insistir en ello en la entrevista de verano que emitió este domingo la televisión pública ARD y en la que se cuestionaba si su Gobierno tiene futuro. “Vamos a avanzar juntos, también por cierto en las próximas elecciones generales, para ganarlas”, contestó con una sonrisa.

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