MERCADOS

Hace un mes, cuando el Baskonia prescindió de los servicios de Dusko Ivanovic tras completar una discreta cuarta etapa en Vitoria, le comenté a Juan Morenilla, que sigue habitualmente la actualidad del baloncesto ACB y de Euroliga en EL PAÍS, que lo verdaderamente audaz para la entidad presidida por Josean Querejeta sería intentar el fichaje de Pablo Laso. Ambos coincidimos en que era muy complicado —Laso tenía contrato en vigor con el Bayern Múnich y posiblemente un caché elevado para el presupuesto vitoriano— pero que un hipotético movimiento así podía beneficiar, y mucho, al Baskonia, y al baloncesto español en su conjunto. Lo que no podía imaginar, en cualquier caso, es que esto fuera a ocurrir, pensé que confundía probablemente mis sueños con la realidad, aunque, por otro lado, sabía que la palabra “audacia” ha sido una constante en la historia baskonista y mantenía una pequeña esperanza.

En el vídeo publicado ayer en redes sociales por el Baskonia para anunciar el fichaje de Laso se habla de “carácter, lucha y apreciar los grandes momentos vividos” y se recuerda que “solo los que lo han vivido saben de qué hablamos”. Así es. Laso fue jugador antes que entrenador y si bien los 22 títulos conseguidos como técnico en el Real Madrid definen su trayectoria y avalan con creces su aterrizaje en el banquillo de Vitoria, es su etapa como magnífico base asistente en el Caja de Álava y Taugres, marcas patrocinadoras del club alavés en los 11 cursos que vistió su camiseta antes de fichar por el Madrid, lo que los aficionados al Baskonia más recordamos.

En el antiguo Mendizorrotza, donde nos metíamos cerca de 3.000 personas a animar a ese equipo peleón que pugnaba por estar en la élite, Laso nos hizo vibrar con sus asistencias (2.879 repartió en su carrera, el número uno en la ACB hasta este año, superado por Marcelinho Huertas con 2.964) y lideró a sus compañeros a los primeros éxitos del club. La Copa Asociación en 1985, un torneo ya extinto que apenas duró unos años, pero sobre todo la Copa del Rey de 1995 de la que Laso fue elegido el MVP, fueron los primeros éxitos de un aluvión de títulos que llegaría en los años venideros, ya sin el genial base vitoriano en las filas del Baskonia.

Laso contribuyó decisivamente a romper el techo de cristal en el baloncesto español, dominado entonces por Real Madrid, Barcelona y Joventut. En los 15 años posteriores a aquel mágico 1995, el Baskonia ganó otras cinco Copas del Rey, se hizo con tres Ligas ACB, cuatro Supercopas y una Recopa de Europa, único título continental del club, y se quedó dos veces a un peldaño de ser campeón de la Euroliga, torneo del que el Baskonia de Josean Querejeta fue cofundador en su actual formato. Sin embargo, desde 2010, el hombre que preside el club desde hace 36 años, ha visto cómo el equipo perdía fuelle paulatinamente. Tan solo un título en estos últimos 15 cursos, la ACB conquistada en la pandemia en aquel torneo tan extraño disputado sin público en Valencia.

Ganar trofeos no es sencillo y competir en el contexto actual del baloncesto europeo y mundial tampoco, como bien hace Querejeta en recordar en sus escasas intervenciones en los medios. Pero él y el club saben que no llegar ni siquiera a disputar la Copa en 2015, 2020, 2022 y 2024, quizá el torneo que sentimentalmente más une a la afición por la cantidad de personas que ha movido históricamente el Baskonia a las fases finales, o la reciente no clasificación esta temporada para los playoff de la ACB por primera vez en la historia, han ido minando la confianza de la afición en el presente y el futuro.

El Baskonia necesitaba un golpe de efecto. Un puñetazo de audacia. Laso es un hombre de la casa, vitoriano, forjado en el patio del colegio San Viator y luego en el Baskonia, superexitoso como entrenador en el Real Madrid, el mejor técnico europeo en los últimos 10-15 años. Un líder que transmite confianza y que generará muchísima ilusión en la ciudad y los aficionados. Firma además por tres temporadas, lo que si bien en el deporte luego puede significar poco, hoy denota la confianza y el compromiso de ambas partes. El Baskonia necesitaba algo así después de soluciones repetitivas como las cuatro etapas con Dusko Ivanovic —gracias, Dusko, siempre—, tres de Perasovic, dos de Pedro Martínez o dos de Sergio Scariolo. Laso es una novedad sin serlo, un chute de ilusión en la familia del Baskonia. Es uno de los nuestros.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

_

Exit mobile version