MERCADOS

Cuando Emmanuel Macron advirtió, a finales de abril, que “Europa puede morir”, pocos pensaban que la peor puñalada podría llegar, poco después, desde París. La decisión del presidente francés de convocar elecciones legislativas anticipadas tras la victoria de la extrema derecha en las europeas del 9 de junio ha provocado un vértigo profundo no solo en su país: la alta probabilidad de que el euroescéptico Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen se haga con el poder también en Francia, obligando a Macron a un complicado Gobierno de cohabitación, pone también muy nerviosa a una Unión Europea que deberá en ese caso prepararse para un choque frontal con un país con el que hasta ahora contaba como aliado europeísta.

Es algo especialmente complicado en momentos en que la extrema derecha sube en toda Europa y ya cuenta con varios jefes de Gobierno en sus cumbres europeas, especialmente la italiana Giorgia Meloni y el siempre complicado Viktor Orbán, el primer ministro húngaro que ahora se dispone además a asumir la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, desde el próximo lunes. Si el candidato del RN, Jordan Bardella, logra ser primer ministro, se sentará junto a Macron en las reuniones de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, como la que se celebró este jueves en Bruselas. Los ministros designados por el Ejecutivo de extrema derecha representarían mientras tanto a Francia en los Consejos de Ministros, donde se adoptan las leyes europeas y coordinan sus políticas.

Que Bardella llegue a Matignon, residencia del primer ministro francés, también retumbará en Berlín: pondría una presión adicional al tradicional motor europeo franco-alemán, que está ya bastante gripado y que podría atascarse aún más. El canciller socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, en cuyo país el partido ultra AfD escaló en las europeas a la segunda posición, por delante del SPD y sus socios de coalición, ya ha manifestado su “preocupación por las elecciones en Francia”.

La extrema derecha ha aprendido bien la lección de 2017, cuando la promesa de salir del euro fue uno de los grandes causantes de la derrota de Marine Le Pen, en la segunda vuelta de las presidenciales. Desde entonces, se cuida mucho de hablar de un Frexit, aunque parte del nuevo programa de Bardella huela bastante a ello, como han recalcado diversos expertos. Su euroescepticismo, traducido en Bruselas en su militancia en Identidad y Democracia (ID), el grupo más duro contra la UE del Parlamento Europeo, donde Bardella ha renovado escaño, es ahora más discreto. Como el hecho de que la bandera europea no se vea en ninguna parte en los eventos de campaña del RN.

Pero tanto su soberanismo, ese Francia primero o “preferencia nacional”, como lo denomina, así como varias de sus promesas económicas y políticas de campaña, especialmente en materia migratoria, no dejan de constituir un camino de choque contra el proyecto europeo, igual que su tradicional oposición al Pacto Verde, cuyas leyes ha rechazado de forma casi sistemática en la Eurocámara.

Amistad con la Rusia de Putin

El pasado reciente del RN, marcado por una fuerte amistad con la Rusia de Vladímir Putin —hasta poco antes de la invasión de Ucrania, Le Pen no perdía la ocasión de sacarse una foto con el presidente ruso— causa también una profunda inquietud, tanto en Bruselas como en París. Bardella ha asegurado que, de ser primer ministro, no retirará, en líneas generales, el apoyo a Kiev, aunque sí ha fijado como “línea roja” la propuesta de Macron de enviar tropas francesas sobre el terreno.

Pero unas declaraciones de Le Pen el mismo día que Macron viajaba a Bruselas a verse con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, han vuelto a desatar las alarmas: “El de jefe del ejército es un título honorífico del presidente, porque es el primer ministro el que tiene la mano sobre el monedero”, recordaba este jueves la que sigue manejando todos los hilos del RN sobre las restricciones a la presidencia de Macron que implicará un Gobierno de cohabitación que controlará el presupuesto, limitando potencialmente las políticas del jefe de Estado, aunque este siga siendo la cara internacional de Francia. “Es un mensaje muy peligroso que se manda al mundo entero”, le afeó el primer ministro saliente, Gabriel Attal, a Bardella en el último debate de campaña, la noche del jueves.

“Si hay alguien que se está frotando las manos en este momento con todo lo que está pasando [en Francia], ese es Vladímir Putin”, advertía esta misma semana en otra entrevista radiada el comisario francés de Mercado Interior, Thierry Breton.

Su figura podría protagonizar el primer pulso interno: Macron quería aprovechar la cumbre en Bruselas para anunciar que es el candidato de Francia para continuar en la Comisión, según ha avanzado Le Monde. Se adelanta así a Bardella, que había dejado claro que, si asume el Gobierno, querría participar en la decisión sobre el nombre del comisario europeo adjudicado a Francia. Algo que, a su vez, daría más fuerza aún al ala euroescéptica si se alinea con una Meloni ya furiosa por sentirse apartada del reparto de los principales cargos de las instituciones europeas a decidirse en la cumbre extraordinaria en Bruselas.

Un adelanto de que, si el RN logra su objetivo de elegir primer ministro tras el 7 de julio, no solo será difícil para la cohabitación con un Macron abiertamente europeísta. También la relación con Bruselas promete echar chispas. Y pronto: entre las medidas “urgentes” que el candidato Jordan Bardella promete desde sus primeros momentos en el Gobierno está una bajada del IVA del 20% al 5,5% en energías y carburantes y una especie de excepción ibérica de la energía para Francia; cosas que, sin embargo, no puede hacer de forma unilateral, sino que requieren de un difícil acuerdo unánime de la UE. Lo mismo pasa con su promesa de reducir rápidamente en 2.000 millones la aportación francesa al presupuesto de la UE. “No tiene sentido que pidamos economizar a todos y racionalizar las cuentas del Estado y que no lo hagamos con la UE”, defiende Bardella.

La Comisión Europea se ha mantenido, por el momento, en un discreto segundo plano tanto ante estas propuestas como ante las de la alianza izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP), que también presenta posibles choques con Bruselas. Pero a diferencia del RN, ninguna encuesta da la victoria a este bloque y sus propios integrantes reconocen que el objetivo principal no es ganar, sino impedir una mayoría absoluta del RN. Además, cuenta en su seno con fuerzas absolutamente europeístas, como la alianza del Partido Socialista y Plaza Pública, del eurodiputado Raphaël Glucksmann, que desde un principio han impuesto claridad en el NFP en temas como el apoyo a Ucrania.

En cualquier caso, Bruselas estará muy atenta, señalan fuentes comunitarias. Al fin y al cabo, la Comisión es la guardiana de los tratados y no sería la primera vez que abre un expediente de infracción a un país por no respetar su letra y sus tiempos. Que se lo pregunten al amigo del RN, Viktor Orbán.

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