MERCADOS

Honda, la fábrica que más motocicletas vende en todo el mundo, sigue hundida en la clasificación de MotoGP, su mayor escaparate para la división de dos ruedas. A nivel de resultados, el Mundial de 2024 ha empezado todavía peor que el año pasado, con sus cuatro pilotos cerrando la clasificación del certamen a día de hoy. No es nada alentador después de haber contemplado cómo la profunda crisis competitiva desmontó de su máquina, literal y metafóricamente, a la mayor figura del campeonato. Ni la traumática salida de Marc Márquez ha desatado una reacción evidente, aunque la plana mayor del equipo asegura que entre bambalinas ha habido más cambios de lo que manifiesta el asfalto.

“A nivel estructural, en Japón, en la fábrica, ha habido cambios importantes que todavía no se han visto traducidos en la pista o en Europa”, explica Alberto Puig, director deportivo de la marca del ala dorada, a EL PAÍS. “Los cambios se han hecho, pero es evidente que no son suficientes. Seguimos remodelando, pero todavía estamos en proceso de conseguir lo que se pretendía, dar la vuelta a la situación”, añade. En la central asiática, HRC ha fusionado sus departamentos de desarrollo de dos y cuatro ruedas, buscando sinergias entre los ingenieros de MotoGP y Fórmula 1. Ha habido también un lavado de cara en los liderazgos del proyecto de motociclismo y el departamento global de carreras, entre otros elementos. En Europa, donde reside la mayoría de personal desplazado a los circuitos, la estructura apenas ha cambiado.

“Nos está costando recuperar el rendimiento mucho más de lo que querríamos y esperaríamos”, reconoce el expiloto, con más de 35 años de experiencia dentro de la compañía. “No solo hay que cambiar el sistema, sino también a las personas. En Europa hay muy buenos técnicos, con mucha experiencia, pero no todo el mundo está disponible. Dentro de lo que se puede vamos buscando posibilidades”, comenta. El año pasado, Honda intentó fichar a Gigi Dall’Igna, el gurú de la categoría reina que ha convertido a Ducati en la referencia absoluta, y el tipo por el que Márquez decidió abandonarlo todo. Puig señala las consecuencias de la covid-19 y los enormes riesgos que toman los europeos como dos elementos clave para entender la crisis persistente de los suyos.

“Sé que en Japón están trabajando muy duro, pero llevo aquí un año y estamos igual o peor que entonces”, lamenta Joan Mir, campeón del mundo de 2020 con Suzuki, 18º en la tabla. En Assen, él y su compañero de equipo terminaron los últimos en los entrenamientos, a más de dos segundos del crono de referencia de Pecco Bagnaia, autor de la pole y ganador de la sprint. En la carrera del GP de los Países Bajos (14:00h, DAZN), no esperan milagros. El mallorquín, muy crítico con los vaivenes y ritmos de la fábrica, ultima estos días su renovación por otros dos años. A pesar de que la situación le ha desesperado hasta el punto de plantearse la retirada, un sentimiento que también tuvo Márquez el año pasado, dice que sentiría como un fracaso personal abandonar el barco cuando no logran achicar agua.

Él sigue insistiendo en una necesidad básica, y lo ejemplifica mirándose en el espejo de Yamaha, que pasa por un bache parecido, pero es capaz de sacar la cabeza y estar de vez en cuando con los de arriba. “A nivel de esfuerzo estamos en las mismas, intentando trabajar para acercarnos a los europeos. En Yamaha están siendo muy agresivos a nivel de probar cosas. Nosotros estamos siendo bastante más agresivos que en el pasado, pero no sé si al nivel de Yamaha”, apostilla.

Su nuevo compañero, Luca Marini, hermano de Valentino Rossi y uno de los pilotos más aplaudidos de la parrilla por su conocimiento técnico y capacidad analítica, confía en la dirección de desarrollo tomada. “Hay que confiar con los japoneses, el método es distinto al de los ingenieros italianos, pero son precisos, fuertes y quieren entenderlo todo muy bien. Nuestro trabajo es explicar muy bien los problemas, transmitir la información adecuada, y siento que estamos muy conectados y haciendo un buen trabajo en este sentido”, cuenta, comparando su nuevo entorno con sus días en Ducati. “Ellos quieren entenderlo todo, estar seguros de que todo funciona antes de ponerlo en pista. No quieren arriesgarse a que algo se rompa y que puede provocar un problema al piloto”, detalla. No lo critica, pero sin duda es uno de los motivos que demora el resurgir nipón cuando los europeos son capaces de crear una pieza nueva de la noche a la mañana y probarla en un GP en apenas un par de semanas.

La hoja de ruta parece fijada con el tándem Mir y Marini atado otro año. El gran cambio llegará, si nada se tuerce, en el equipo de pruebas. Aleix Espargaró, el piloto más experimentado de la parrilla, aterrizará en Honda para liderar el desarrollo de la moto después de anunciar su retirada en Montmeló y abandonar el proyecto de Aprilia, al que ha convertido en ganador desde sus cimientos. A pesar de que siguen sin avistar la orilla, los japoneses siguen remando con esperanza.

La filosofía de Puig ilustra su resistencia a pesar de los malos resultados. “Aquí hay que aguantar el tipo y dar lo máximo. Cuando las cosas no van bien, lo más fácil es pirarse, pero yo no soy de los que tira la toalla”, dice el ejecutivo, en el paddock desde 1987 y con cuerda para rato. Nadie puede dudar del corazón y el compromiso de los integrantes del equipo más laureado de la historia, con un total de 21 títulos de pilotos y 25 de constructores, el último de ellos en 2019.

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