MERCADOS

El Real Madrid blinda a su gigante. El club ha renovado al pívot Walter Edy Tavares, de 32 años, por cinco temporadas y un sueldo anual que rondará los cinco millones brutos por curso, duración y cifras que definen el mayor contrato en la historia de la sección de baloncesto de la casa blanca. El Madrid se cuelga de su torre de 2,20m y 125 kilos, el jugador que desde su llegada en 2017 se ha convertido en la piedra angular del equipo por su relevancia en el juego y en el estilo del conjunto primero entrenado por Pablo Laso y ahora por Chus Mateo. La entidad ha apostado fuerte por la continuidad de caboverdiano, que finalizaba vínculo este verano, además del caso de Hezonja, ambos por cinco cursos. El lanzamiento ganador era para Tavares. El hombre más determinante en el baloncesto europeo en los últimos cursos mantenía abierta la puerta de regreso a la NBA mientras los clubes más ricos de la Euroliga, griegos y turcos al frente, seguían a la expectativa.

Tavares aterrizó hace siete cursos en el Madrid procedente de la Liga de desarrollo estadounidense, G-League, donde se alistaba en los Raptors 905 tras una breve aventura en la NBA: apenas 13 partidos entre Atlanda Hawks y Cleveland Cavaliers (2,5 puntos y 2,5 rebotes de media). A la meca del baloncesto llegó tras formarse en el Gran Canaria (2012-2015) y antes un extraño fichaje cuando llamó la atención por su envergadura y tamaño mientras jugaba en la calle en la isla de Maio, en Cabo Verde. Ese 2017 el Madrid se anticipó para su contratación al Barcelona, una jugada en la que fue clave una llamada de Pablo Laso para convencerle del proyecto madridista.

En el Madrid le contempla un palmarés a la altura de su corpachón y del contrato que acaba de firmar: campeón de cuatro Ligas, dos Euroligas, dos Copas y seis Supercopas (14 títulos), además de estar tres veces en el mejor quinteto de la ACB y tres en el de la Euroliga, y ser nombrado en tres ocasiones mejor defensor de Europa, en cuatro de la Liga española y MVP de la Final Four de 2023 conquistada en Kaunas. Este curso ha promediado 9,4 puntos, 6,5 rebotes y 1,5 tapones por encuentro en la competición europea (subcampeón tras Panathinaikos) y es el máximo taponador histórico del torneo: 424 bloqueos.

El juego del Madrid gira alrededor de Tavares, convertido en un faro no solo para la producción en la zona interior sino para la generación de canastas de los hombres exteriores por la atracción que inevitablemente ejerce sobre los defensas rivales. Este curso le costó arrancar por una neumonía a principio de temporada. “Me costó mucho recuperarme. Me dieron el antibiótico más fuerte y luego, cuando estaba limpio, me cansaba muy rápido. Lo importante ha sido mi mentalidad, seguir insistiendo, no rendirme, no pensar que todo está contra mí. He seguido trabajando y creyendo que con el sacrificio se vuelve. Esta temporada me ha fortalecido de cara al futuro”, explicaba a EL PAÍS antes de la Final Four de Berlín.

En un momento de la renovación más profunda del equipo madridista en los últimos veranos, Tavares seguirá siendo el epicentro y la referencia interior, zona en la que puede estar acompañado por Serge Ibaka y Usman Garuba, ambos en los planes del club blanco, tras la marcha de Poirier.

Tavares apareció incluso en los sueños de la federación española ante una posible nacionalización que finalmente resultó laberíntica. Con Cabo Verde disputó el pasado Mundial, un hito en la historia de la pequeña selección africana.

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