MERCADOS

En los últimos tiempos han anunciado su retirada temporal o definitiva músicos españoles como: Quevedo, Rigoberta Bandini, Vetusta Morla, Dani Martín, Pablo Alborán, Andy y Lucas, Tote King, Rayden, El Columpio Asesino, Miss Caffeina… Comunicados de despedidas ha habido muchos en la historia del pop y el rock, pero casi siempre protagonizados por artistas en edad de jubilación. Salvo Ozzy Osbourne, que siempre va a su aire: en 1992, con 44 años, puso en marcha su No More Tours (No más giras), y se ha pasado tres décadas diciendo adiós. Dejando a Osbourne aparte, la novedad ahora es que hablamos de músicos treinteañeros y cuarentañeros: el canario Quevedo baja la media a sus 22 años. Y lo hacen en un momento álgido de su carrera. Es un fenómeno, por lo tanto, reciente que afecta de manera significativa a la música española. ¿Qué hay detrás realmente de estos anuncios?, ¿son sinceros o conllevan una parte marketiniana?

Los motivos que esgrimen para frenar son nobles: estrés, necesidad de un descanso después de un largo periodo de trabajo, tiempo para reflexionar sobre el próximo paso… Hace solo 10 días, Vetusta Morla alegó para su adiós temporal: “El nivel de exigencia musical y extramusical es, en ocasiones, enfermizo. Necesitamos apartarnos para fortalecernos; es una cuestión de salud”. El grupo madrileño habla de “la picadora humana que es muchas veces esta industria y todo lo que le rodea”. En el anuncio de Pablo Alborán, el pasado 12 de abril, el malagueño expuso: “Necesito volver a escribir sin toda esa presión que uno mismo se pone, no solo la industria, y me apetece observar, vivir también como espectador”.

La mayoría de las veces los anuncios se realizan en redes sociales, en conciertos especiales o en programas con audiencias masivas. Y vienen acompañados de un “pero”: nos vamos, pero después de una gira que empezamos el mes que viene y durará un año, por ejemplo. O: nos marchamos, pero la semana que viene publicamos un nuevo disco. A veces son las dos cosas: nuevo disco y conciertos, como en los casos recientes de Tote King y Vetusta Morla. O sea: es un anuncio de tres cosas (despedida, conciertos y álbum), y dos de ellas cuestan dinero al seguidor. Alguien, apelando a su parte ingenua, podría pensar que quizá lo más honesto sería realizar la gira o editar el disco y, después, anunciar la retirada, temporal o total. Lo hizo así Alborán, pero pocos siguen este ejemplo. Los hay que se hacen un lío con las palabras. Rigoberta Bandini dijo “retirada” y luego se arrepintió, porque lo que se ajustaba más a la realidad era “descanso”.

Si acudimos a los expertos en estrategia digital podremos tener una visión más certera del fenómeno. Germán Barrientos trabaja de especialista en marketing digital: “Éticamente se puede discutir si es reprobable o no, pero desde el punto de vista del marketing es una estrategia brillante se mire por donde se mire. No se puede ser tendencia digital en todo momento, y anuncios tan grandilocuentes como estos te aseguran estar un tiempo con mucha visibilidad”.

Llegamos a un punto clave: las redes sociales. Rosana Corbacho es psicóloga clínica especializada en la industria musical desde hace más de 10 años. Ha trabajado en sellos discográficos, organización de eventos y agencias de contratación de artistas. Conoce bien la materia con la que trabaja. Su labor es tratar psicológicamente con las problemáticas de todos los trabajadores de la industria musical, desde los artistas hasta los miembros de discográficas. “Creo que todo viene de la evolución de la industria musical, de una presión que pide inmediatez y estar continuamente informando de cosas en tus redes sociales. Por eso creo que esas decisiones de retirarse vienen impulsadas por una necesidad de descansar, desconectar, una necesidad de vivir, de conectar con la pasión por crear y componer. Y no estar pendiente de vender miniproductos, que son cada post que se publica en las redes sociales”, explica Corbacho. Cabría preguntarse: por qué anunciar un parón de un solo un año; igual se podría prescindir del comunicado, ya que es temporal. La psicóloga justifica la nueva tendencia: “El objetivo es que les dejen en paz. Este anuncio en algunos casos puede ser cosa de marketing, pero también un grito de socorro. Tenemos que llegar al punto de respetar los ritmos de las bandas para que duren muchos años y nos den sus mejores composiciones”. Este periódico se ha intentado poner en contacto con varios de los músicos afectados, pero unos remiten al comunicado y otros se encuentran en este momento “descansando”.

Habla la especialista de un sentimiento de pánico al aceptar el reto de las reglas digitales. Se basa en la experiencia que ha vivido en su consulta: “Veo a muchos músicos con la sensación de miedo a que se acabe, miedo a que venga otro que lo haga mejor, que sea más comercial o que lo haga mejor en las redes sociales. Se toman muchas decisiones desde el miedo, que es la base de la ansiedad. Y si vives con ansiedad las decisiones que vas a tomar van a ser mucho más radicales”.

Los medios de comunicación también se apuntan a la moda. Algunos apuestan por dotarlo de una capa de pintura dramática, y lo que es una “retirada temporal” en el titular se convierte en una “retirada” a secas, que es posible que llame más la atención al lector. “Quevedo se retira de la música”, se lee en un periódico. Luego, según explica el canario en un vídeo y confirma el manager (para quien le quiera llamar), se trata de un “paréntesis”. Si contraponemos esta tendencia con la vieja industria veremos claras diferencias. Carlos López fue presidente de Sony España durante 12 años. Ahora, ya retirado, cuenta: “En el pasado una retirada de un año era consustancial al negocio de la música. Entre un disco y otro se retiraban. Era lo normal. El ciclo era: sacar un disco, hacer una gira y luego esperar más o menos un año y medio para volver con otro álbum y gira. Ahí están artistas como Manolo García o Fito Cabrales, que cumplen ese ciclo, y no anuncian los parones, que en sus casos a veces son de dos años o más. ¿Qué pasa ahora? Muchos artistas están sometidos a una situación de estrés bastante difícil de sobrellevar que tiene que ver con la salud mental y el equilibrio. Los artistas no solo componen, graban, ensayan y se van de gira. Además, están sometidos a una masacre continua en redes sociales donde tienen que justificar cosas muy personales. Y eso es muy quemante”.

Corbacho, la psicóloga, traza un paralelismo ficticio: “Se puede comparar con la psicología del deporte de élite: es como si un deportista tuviese a todo el mundo evaluando cada entrenamiento que hace. Con ese control no podrían llegar a conseguir sus marcas y se retirarían”. Visto así, la solución parece meridiana: borrarse de las cuentas personales en redes sociales. Un problema a esto: se cierra un canal de expansión de tu marca esencial en estos tiempos. Los músicos, por tanto, aparecen atrapados en lo que López llama “el círculo maligno”. Por otra parte, que se retiren puede tomarse como un síntoma de que les va bien: poca gente puede permitirse en su vida laboral tomarse uno o dos años sabáticos. Aunque existe una pequeña inexactitud en estos descansos: el adiós a lo sumo es de los conciertos, pero no de la música, ya que el artista seguirá componiendo y creando; o se irá de vacaciones y no cogerá una guitarra en un año, pero eso no lo especifica el comunicado. Muchos de ellos volverán en la fecha indicada con música nueva bajo el brazo y nos preguntaremos: ¿pero no se habían retirado?

Rubén González, estudioso del pop-rock español y autor del reciente libro Piedra contra tijera. Historia del rock español, 1991-2021, aporta otra perspectiva: “Tradicionalmente las bandas duraban mucho menos por conflictos, diferencias creativas, falta de madurez… Ahora son trayectorias mucho más acompasadas y tranquilas, más meditadas, que basan su pervivencia en el tiempo en movimientos reflexionados. Hoy hay una madurez que antes ni se soñaba y estos anuncios de giras de despedida o largos parones son una consecuencia lógica. Se trata de hacer que estas largas trayectorias no sean tan monótonas”. Paralelamente, González ve un movimiento marketiniano: “Por supuesto que existe. En la industria actual todos los grupos tienen su agencia de comunicación, necesitan vender información en un mundo con gran cantidad de ruido y competencia. Si un artista no ofrece algo nuevo constantemente es como si no existiera. Es una dinámica perversa en la que todos caemos”.

Los especialistas consultados apuestan a que la mayoría volverá pronto, al igual que esos veteranos que alargan durante años “la gira de despedida”. Muy pocos mantienen su palabra de borrarse del mapa, salvo que te llames Rosendo Mercado. El músico madrileño se aisló del mundo en un pueblo de Burgos en 2018, y allí sigue.

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