MERCADOS

El futuro del corresponsal estadounidense en Rusia Evan Gershkovich, de 32 años, ha comenzado a dirimirse este miércoles en un tribunal de Ekaterimburgo, la ciudad que marca la separación de Rusia entre Europa y Asia. Con la cabeza afeitada y el rostro visiblemente agotado tras un año y tres meses de prisión preventiva, el periodista de The Wall Street Journal ha comparecido en la primera sesión de un juicio en el que podría ser condenado a 20 años de prisión. Los cargos se basan en la acusación de que supuestamente espió a Rusia cuando preparaba un reportaje para su periódico sobre la producción de tanques en el país en plena invasión de Ucrania. La Casa Blanca, sin embargo, teme que el régimen presidido por Vladímir Putin esté buscando simplemente una carta con la que intercambiar a sus agentes detenidos en el extranjero.

Gershkovich es el primer periodista estadounidense juzgado en Rusia por espionaje desde el final de la Guerra Fría. El juicio transcurre a puerta cerrada y el Servicio Federal de Seguridad ruso —el FSB, heredero del KGB— le ha imputado ese grave delito de espionaje bajo el artículo 276 del Código Penal de la Federación de Rusia. Según los investigadores, el periodista, detenido en marzo de 2023, recopilaba información para la CIA estadounidense sobre la mayor planta de blindados del país, la fábrica de Uralvagonzavod en Nizhni Tagil, vecina a la ciudad de Ekaterimburgo.

Gershkovich ha defendido su inocencia antes del juicio y asegurado que solo iba a publicar un texto periodístico abierto sobre las empresas de defensa rusas después de ponerse en contacto con sus gestores y sus empleados. Además, el reportero también preparaba un reportaje sobre el Grupo Wagner cuando fue arrestado. Por aquel entonces, el incremento de la producción militar rusa y la ofensiva de la agrupación de mercenarios sobre Bajmut copaban las portadas de los diarios de todo el mundo.

Una “parodia de justicia”

The Wall Street Journal ha acusado a Moscú de “amontonar estadounidenses en las cárceles para poder negociar con ellos más tarde”. En su edición de este miércoles, el diario norteamericano ha lamentado que el juicio a puerta cerrada le ofrece a Gershkovich “poca o ninguna de las garantías legales que se le ofrecería en Estados Unidos y los países occidentales”.

“Los procedimientos legales rusos son injustos para Evan y son una continuación de esta parodia de justicia que ya ha tomado demasiado tiempo”, ha denunciado la directora del periódico, Emma Tucker, en una carta a sus lectores. La editora del diario norteamericano expresa en esa misiva su temor de que “esta falsa acusación de espionaje conducirá inevitablemente a una condena falsa para un hombre inocente”.

Gershkovich hizo muchos amigos en su periplo en Rusia. “Ver a alguien que te importa con la cabeza rapada en una jaula de cristal no es algo a lo que puedas acostumbrarte nunca”, lamenta a este periódico la excorresponsal de Politico en Rusia Eva Hartog. “Y es aún más exasperante porque sabemos que Evan no hizo nada malo, su culpa es ser estadounidense y hacer su trabajo: periodismo”, agrega.

La periodista denuncia que “un hombre de 32 años es rehén de la diplomacia”. “Evan es sólo un peón del Kremlin en sus esfuerzos por liberar a sus espías y criminales que han sido hechos presos por los Gobiernos occidentales”, apunta Hartog.

Washington ha recomendado a sus ciudadanos que no viajen a Rusia porque podrían convertirse en un objetivo para el Kremlin. El presidente ruso, Vladímir Putin, manifestó en la entrevista que pactó con el polémico presentador estadounidense Tucker Carlson en febrero que Moscú está abierta a negociar la libertad de Gershkovich y otros estadounidenses detenidos a cambio de recuperar a su agente Vadim Krasikov, condenado a cadena perpetua en Alemania por matar a un disidente checheno en Berlín en el 2019.

“Los servicios especiales están en contacto unos con otros. Están hablando y creo que se puede llegar a un acuerdo”, declaró Putin durante esa conversación con Carlson.

Además de Gershkovich, el Kremlin cuenta con más cartas para presionar a Washington. Entre ellas, la reportera ruso-estadounidense Alsu Kurmasheva, acusada de no registrarse como agente extranjera; el exmarine Paul Whelan, que cumple 16 años de prisión por supuesto espionaje —acusación que desmiente EE UU— y el soldado Gordon Black, condenado a tres años y nueve meses de cárcel por supuestamente amenazar a su exnovia y robarle 10.000 rublos —menos de 100 euros— cuando la visitó este año en Vladivostok tras haberse conocido en Corea del Sur, donde estaba desplegado el militar.

El presidente estadounidense, Joe Biden, señaló en el aniversario de la detención de Gershkovich que Washington “trabaja cada día para su puesta en libertad”. “A Evan, a Paul Whelan, a todos los estadounidenses tomados como rehenes o detenidos erróneamente en el extranjero: estamos con vosotros y nunca dejaremos de trabajar para traeros a casa”, prometió Biden.

De hecho, su Administración sentó un precedente en 2022. Aquel año intercambió a la jugadora de baloncesto Brittney Griner, condenada a nueve años de prisión por llevar consigo a Moscú unos cartuchos con menos de medio gramo de cannabis, por el peligroso traficante de armas Viktor Bout, conocido internacionalmente como el Mercader de la muerte.

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