MERCADOS

La influencer española Nicole Jenes creó en noviembre una campaña para reunir dinero y “mantener los corazones calientes de la gente en Gaza”. Ha logrado casi medio millón de euros y la campaña sigue abierta en la plataforma de microdonativos GoFundMe: “Tengo una fábrica textil en Egipto y decidí hacer chaquetas de invierno y enviarlas con la Media Luna Roja Egipcia”, explica Jenes en la página. Ya no hace frío en Gaza, pero dice seguir mandando camiones, que enseña en TikTok, donde tiene 1,5 millones de seguidores.

La campaña de Jenes es la más grande de la historia de GoFundMe en España, donde la web llegó en 2017. “Hay mucha actividad, especialmente en Europa, para estas campañas. Hay unas 20.000 sobre Gaza en todo el mundo y han generado 125 millones de euros”, dice Tim Cadogan, presidente ejecutivo de GoFundMe, en una entrevista con EL PAÍS en Madrid. En España la plataforma crece como nunca este año y Cadogan pasó por el país para verlo de cerca: los donativos han subido un 90% desde enero y en estos seis años los españoles han donado 55 millones de euros en un millón de donativos, siempre según datos de la compañía. De estos 55 millones, ocho fueron recaudados mediante 130.000 donativos por la diáspora latinoamericana para mandar dinero a amigos y familiares en sus países de origen.

GoFundMe, que significa “ven, finánciame”, es una plataforma de microdonativos centrada en objetivos personales: una mascota en apuros, un funeral, una operación, un viaje. “El concepto es que puedo pedir ayuda para mí o para otro. Las campañas para animales son muy populares. También hay muchas recaudaciones médicas, pero algunas son bastante específicas, especialmente en España, para la adaptación de un coche o casa para personas con discapacidad”, dice Cadogan.

Para Gaza, la mayoría de los 800 lanzados desde España son de familias que quieren salir de la región o recibir ayuda mientras deben seguir allí. “Sacar a una persona cuesta 5.000 dólares”, dice Motasem Abuharbid, un refugiado de 32 años que llegó a España en 2019, y que ha logrado 2.115 euros con su campaña de GoFundMe para sus padres y nueve hermanos. Ahora hace semanas que no recibe dinero: “No sé ya dónde puedo compartir mi link”, dice Abuharbid. “Llegué al tope de compartir, lo estaba compartiendo con amigos, ellos me han apoyado y han mandado a otros. Tengo solo tres amigos españoles, me han ayudado muchísimo. Lo han puesto en sus Facebook. Yo siempre con mi Facebook y mi Instagram”.

La popularidad es clave

La importancia de la comunidad es básica. Es más fácil recaudar para alguien con influencia en redes. Rocío Cano tiene 30.000 seguidores en Instagram y ha reunido 11.000 euros para Zidan, un palestino de 20 años “que se ha quedado huérfano y está allí solo, desnutrido y enfermo”, escribe Cano.

Este crecimiento de GoFundMe y de su caridad individual plantea preguntas sobre la capacidad de influencers o gente con éxito en redes para lograr más dinero. “En la mayoría la gente que dona son tus amigos, tu familia, tu comunidad, gente que te conoce”, dice Cadogan. “No somos competencia de ONG, no es el mismo dinero, no hemos oído apenas quejas de ese mundo, quizá si crecemos más”, añade.

Hay quien, sin embargo, cree que es mejor que plataformas como GoFundMe no crezcan tanto, al menos en algunos sectores. Nora Kenworthy, investigadora de la Universidad de Washington Bothell, acaba de publicar un libro sobre el “verdadero coste del crowdfunding sanitario”. Un artículo científico de la Universidad de Rochester encontró que en Estados Unidos los proyectos que más éxito tenían eran los médicos y de funerales.

“Creo que el crowdfunding caritativo es parte de un deseo más amplio de poder donar directamente a causas y personas, y ver los resultados de sus donaciones de manera inmediata”, dice Kenworthy. “También es una forma de dar muy reaccionaria, más que preventiva. Llega cuando alguien ya está enfermo o ha tenido una crisis, más que intervenir en prevención”, añade.

La popularidad del afectado o su causa es también clave. Hay muchísimas campañas que apenas despegan por falta de contactos, familia o comunidad, lo que para Kenworthy es un ejemplo problemático de este sistema: “Plataformas como GoFundMe refuerzan aún más el individualismo, la dinámica del libre mercado y el merecimiento selectivo basado en el mérito y la popularidad. Son realmente la antítesis de los valores de una red de seguridad social universal, basada en la idea de que todos merecen ayuda cuando la necesitan”.

Los peligros de las campañas

“Desde que empezó este genocidio, siempre he estado muy a favor y he sido muy pro Palestina”, explica Cano a este periódico. Eso hizo que gente de Gaza le escribiera por privado para que montara una campaña: “Cada día me escriben unas 15 personas para que las ayude, es terrible no poder ayudarlas a todas”. GoFundMe solo permite lanzar campañas desde 20 países, casi todos occidentales y ninguno de Oriente Medio. “A este chico el genocidio había matado a toda su familia, bombardeado y quemado su casa en Khan Younis. Estaba solo, no tenía a nadie y me pidió, por favor, si le podía hacer yo la campaña de donación con mi banco y mi cuenta”, explica Cano.

El objetivo es lograr pagar a la empresa egipcia que saca a gente de Gaza a precios especulativos, con una larga lista de espera de semanas incluida. Cano ha tenido que verificar su identidad y datos bancarios y ha tenido que mandar a GoFundMe “un croquis enorme de cómo se iba a mover todo ese dinero para hacérselo llegar a Zidan”. GoFundMe tiene varias capas para evitar estafas, según Cadogan: uno, los miles de patrones habituales que se repiten en campañas legítimas y que pueden hacer saltar una alerta si se tuercen; dos, un equipo interno de seguridad y, tres, la seguridad de los bancos con los que colaboran.

De todos modos, siempre pueden colarse fraudes y la compañía se reserva la opción de cancelar campañas que crean que tienen un objetivo dudoso. Cano también estableció sus propios criterios para ver a quién ayudaba. “De las decenas de personas que me contactaron, en dos sí detecté que era una estafa, que estaban fuera de Gaza. Hay que comprobarlo. Tampoco es tan complicado, te pasan el pasaporte, haces unas videollamadas, te pasan unos vídeos y se ven las imágenes de Gaza destruida”, dice Cano. EL PAÍS mandó mensajes a cinco campañas palestinas que habían recaudado decenas de miles de euros. Solo respondió Cano. Otras dos respondieron a los mensajes, pero nunca contestaron a las preguntas. El contacto de Motasem Abuharbid fue proporcionado por GoFundMe.

A diferencia de otras plataformas, GoFundMe permite empezar a sacar dinero tal como va llegando. No hay que superar ninguna cantidad mínima ni umbral para poder cobrarlo. La donación máxima permitida es de 50.000 euros: en febrero, Taylor Swift hizo dos donativos de 50.000 dólares a la familia de una víctima de un tiroteo en Kansas. La plataforma ha usado incluso a la cantante como modelo de donativos. GoFundMe gana dinero cobrando una comisión del 2,9% más 0,3 dólares por transacción, y también acepta donativos de los organizadores de campañas.

La llegada a México

México ha sido el último país desde donde se pueden lanzar campañas en GoFundMe. Es el primero en América Latina. Cadogan da las razones para este salto: “Vimos a mucha gente en México que buscaba en GoFundMe. También vimos que personas, particularmente en EE UU, pero también aquí en Europa, ayudaban a gente en México con la campaña por el huracán Otis en octubre. Fluyó mucho dinero. Hasta ahora va bien, apenas llegamos al millón de dólares en donaciones”, dice Cadogan.

También son las causas médicas la campaña principal en México, seguida de los asuntos ambientales. “Es para lo que la gente necesita ayuda, hay muchas cosas en nuestro mundo que no son ideales, no existe la utopía, por eso nuestro trabajo es estar aquí para lo que sea que necesites ayuda. Y luego intentar que tengas el mayor éxito posible”, dice Cadogan.

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