MERCADOS

El imaginario colectivo hace pensar en el Ártico como una zona cubierta de hielo. Sin embargo, la emergencia climática está alterando las condiciones y temperaturas del área, favoreciendo que cada vez haya más grandes fuegos en verano. El servicio europeo Copernicus ha rastreado las emisiones de incendios forestales durante este mes de junio y ha calculado que ya son las terceras más altas en 20 años. “El cambio climático hace que ahora se den temperaturas 10 grados más altas de lo normal y condiciones más secas, lo que favorece la ignición”, explica Mark Parrington, experto del organismo europeo. Además, el humo deposita partículas negras en la masa polar, lo que impulsa el deshielo.

La mayoría de los incendios que están ardiendo en la República de Sajá, en Rusia, en el círculo polar ártico. Esta región ha estado experimentando un aumento significativo de las temperaturas y condiciones de superficie más secas de lo normal para esta época del año, caldo de cultivo propicio para este tipo de grandes fuegos. El Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS, por sus siglas en inglés) —que forma parte del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea— ha constatado un importante aumento en la Potencia Radiativa del Fuego (FRP) total diaria, lo que habla de una mayor intensidad de los incendios y de las emisiones de humo en toda la zona.

“Esta es la tercera vez desde 2019 que observamos incendios forestales tan inmensos en el Ártico, lo que muestra que esta región ha experimentado el mayor aumento de incendios extremos en las últimas dos décadas”, señala por teléfono Parrington. Hablamos de 20 años, pero estos monstruos de fuego se suceden sobre todo desde 2019: ese año, se registraron 13,8 megatoneladas de carbono, mientras que al año siguiente fueron 16,3. Este mes de junio, la medición asciende ya a 6,8 megatoneladas, aunque todavía podría aumentar.

El científico de Copernicus, investigador en incendios y calidad del aire, prosigue: “El efecto del cambio climático ha hecho que las temperaturas en el Ártico aumenten al menos el doble que en el resto del mundo. Esto, en combinación con un suelo más seco de lo normal, una climatología más extrema [que puede causar más rayos] y el derretimiento más temprano de la nieve aumenta el riesgo de incendios”.

Los incendios en la región Ártica de este mes de junio según el servicio europeo Copernicus.

Sérgio Henrique Faria, profesor Ikerbasque en Basque Centre for Climate Change (BC3) y director del laboratorio de bajas temperaturas IzotzaLab, destaca como “los incendios causan humo, que genera partículas negras y, en muchos casos, se depositan en la región polar”. “Cuando esto ocurre, oscurecen el hielo, y eso cambia el albedo [el porcentaje de radiación que refleja la superficie respecto a la radiación] y acelera el derretimiento del hielo, que se calienta más rápido porque se queda oscuro”. Y prosigue: “Esto produce un bucle negativo: el calentamiento provoca más derretimiento, que genera sequía, que facilitan los incendios, que a su vez impulsan más el calentamiento”.

Como incide Parrington, “los fuegos en esta región no queman solo vegetación, sino también el suelo, como el permafrost [suelo congelado permanentemente], que es rico en carbono, con lo que libera a la atmósfera ese carbono que puede llevar miles de años capturado, lo que a su vez impulsa más el cambio climático. Así que el riesgo es mucho más grande para el clima de la tierra que cuando tan solo se quema vegetación”.

Faria advierte: “El aumento en la frecuencia e intensidad en estos incendios, impulsados por el cambio climático, es muy preocupante, porque crean un bucle que retroalimenta el calentamiento de la región. Además, no solo causan problemas donde ocurren —Siberia, Alaska y Norte de Europa—, sino que en la región polar se generan varios efectos climáticos que luego llegan a toda Europa, Asia y América del Norte, por lo que todo lo que cambie el Ártico al final afecta a latitudes más bajas, donde hay más población”.

Fuegos en Canadá

El año pasado ya vimos grandísimos incendios en Canadá, cuyo humo llegó hasta España. Según el Gobierno de aquel país, las llamas de 6.669 incendios destruyeron 18,5 millones de hectáreas, una extensión mayor que Florida. Copernicus calculó después que emitieron al menos 410 millones de toneladas de CO₂, mucho más que todas las emisiones registradas en 2022 en España (244,3).

Además de los incendios forestales en el Ártico, el CAMS también ha estado siguiendo de cerca la intensidad y las emisiones de los incendios en los humedales del Pantanal, ubicados en Brasil, Bolivia y Paraguay. En la provincia brasileña de Mato Grosso do Sul (donde se encuentra la mayor parte de los humedales del Pantanal), la Potencia Radiativa del Fuego (FRP) total diaria ha estado significativamente por encima del promedio durante varias semanas, y las emisiones totales de carbono de mayo y junio son más del doble que los valores más altos anteriores en el conjunto de datos de GFAS durante mayo-junio de 2009. Las emisiones totales estimadas de mayo-junio también son las más altas de las últimas dos décadas para Bolivia y Paraguay y las más altas para Brasil desde 2004.

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