MERCADOS

Con el sol del mediodía comenzó la 111ª edición del Tour de Francia, una salida ficticia porque tras unos kilómetros el pelotón hizo un parón para hacer un corte simbólico de cinta de la carrera liderado por el director de la grande boucle, Christian Prudhomme. Fue lo único amistoso en la primera etapa, una en que La Grand Départ, por primera vez en la historia, se hacía en Italia, en la Toscana -tierra donde nacieron campeones como Gastone Nencini y, sobre todo, Gino Bartali-, etapa de Florencia a Rimini, 206 kilómetros de siete puertos y escaso llano, un tormento como aperitivo que promete hacer bien larga la competición. El primer entorchado, en cualquier caso, fue para Bardet, que corre el Tour de su retirada. Por una vez, el ciclismo fue justo, pues él y su compañero Van den Broek lograron vencer cuando el pelotón ya les daba caza, sprint final.

Con el pistoletazo de salida se sucedieron los ataques, al final uno lo suficientemente consistente para fraguar la fuga, siete corredores en búsqueda de la jornada homérica -Mohoric (Bahrain), Madouas (FDJ), Izagirre (Cofidis), Champoussin (Arkéa), Van den Broek (DSM), Sandy Dujardin y Matteo Vercher (TotalEnergies)-, pues la etapa invitaba la machada entre puertos y carreteras sinuosas. Para Izaguirre, sin embargo, se trataba de luchar por el maillot de la montaña, empresa complicada al correr con una costilla rota, galardón para Abrahamsen, que se unió a la fuga kilómetros más tarde. Y aunque llegaron a disfrutar de más de cinco minutos de ventaja, UAE negó la mayor, excelente trabajo al frente del pelotón, al punto de que cuando quedaban 70 kilómetros, en la cima del cuarto puerto, la serpiente multicolor se había reducido a la mitad. Escabechina de las gordas; satisfacción de Marc Soler, Sivakov y Tim Wellens, gregarios de lujo para el caníbal Pogacar, ya ganador del Giro en este curso.

Pero Bardet y Van den Broek, ambos del DSM, habían puesto tierra de por medio, casi dos minutos a falta de 30 kilómetros para meta, sueños de grandeza. Ineos, EF y Trek cogieron el relevo, tirones para dar caza a los fugados, también el Visma, que contaba con Van Aert para el teórico sprint final. Desbocado el pelotón, trató de enlazar con los dos DSM, una lucha desigual, David contra Goliat, 30 segundos a falta de cinco kilómetros… Les sobraron unas pedaladas, las justas para ganar. Por detrás llegó Van Aert y cuarto, Pogacar.

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