MERCADOS

Con un presupuesto anual de 202 millones de euros, el Ministerio de Agricultura ha puesto en marcha la estrategia denominada Intervención Sectorial Vitivinícola (ISV) para el periodo de 2024 a 2027, por la que se pretende un ajuste en las producciones en el campo. Este se basa, fundamentalmente, en la vendimia en verde, en la limitación en los rendimientos de uva, en la reconversión y restructuración de los viñedos para avanzar en otra oferta de materia prima, en nuevas condiciones y limitaciones de los índices de transformación en bodegas, y en destinar 45,8 millones para promoción en terceros países. La iniciativa, esbozada ya en 2020, viene a sustituir al denominado Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola, que ha estado vigente desde 2019.

La nueva estrategia se produce cuando la Interprofesional del sector acaba de celebrar el décimo aniversario de su constitución, pero en un escenario donde, lejos de haberse logrado en ese periodo un cambio importante en positivo en la demanda y de la propia imagen del vino en la sociedad, el sector registró una dura caída de ventas que hasta ahora solo se ha logrado parar.

El Vaticano, en el pelotón de cabeza

En los últimos cinco años, la demanda interior ha pasado de los 11 millones de hectolitros a unos 9,8 millones. Esta caída no se da solo en España, sino que se repite en los mercados mundiales, donde se pasó de más de 230 a 221 millones de hectolitros, con descenso en todos los grandes países consumidores como Estados Unidos, Alemania, Francia o Italia. En el consumo por persona y año, Ciudad del Vaticano ocupa los primeros lugares con más de 50 litros de vinos de calidad, no de graneles, según señala un proveedor, frente a los más de 40 de Portugal, 35 de Italia, 31 de Francia y los 21 de España. Esta cifra se asocia no por su uso en las misas, sino por el perfil de muchos de sus habitantes, varones con una edad media o alta.

En lo que se refiere a las exportaciones españolas, las ventas en el último año bajaron a 20,5 millones de hectolitros, siguiendo la línea de recortes en los últimos años con cifras que llegaron hasta 27 millones. Hoy, de esos 20,5 millones, más de 12 millones corresponden a vinos a granel a un precio medio de 0,46 euros litro, y de 2,70 euros litro en los envasados. Se exportó menos, pero a precios ligeramente más caros, lo que en conjunto es un dato positivo en un mercado de exportación mundial donde anualmente se bajó de unos 105 a 98 millones de hectolitros, y donde ganan peso algunos países sudamericanos como Chile y Argentina.

Del presupuesto de los 202 millones de euros asignados para esta estrategia hasta 2027, inicialmente un 27,5% serán para promoción en terceros países, otro porcentaje igual para inversiones en las propias bodegas. El 30% será para reestructuración y reconversión de los viñedos, un 15% para destilaciones y resto, y lo no gastado en estas acciones será para pagar la vendimia en verde, donde también existe la financiación de las Comunidades Autónomas que decidan. No hay fondos para el simple arranque.

Cambios

La vendimia en verde, o la eliminación de racimos, es una medida que tiene el objetivo de ajustar la producción a la demanda en volumen, a través de ayudas que compensen la pérdida de oferta y el trabajo en el campo. A esta actuación se suma la limitación general, desde 2020, de la producción de uva para vinificación por hectárea de 20.000 kilos en variedades blancas y a 18.000 kilos en tintas, cifras que pueden rebajar los Consejos Reguladores. En bodega, estos apuestan por rendimientos de transformación ligeramente superiores al 70%. Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) se advierte que lo importante no es solo que se fijen esas exigencias, sino que se apliquen.

Además de la cosecha en verde para ajustar la producción a las necesidades de la demanda cada campaña y evitar la necesidad de aplicar otras acciones como la destilación, son de gran interés los procesos de reestructuración y reconversión para adaptar las posibilidades de producción en volumen a la demanda, pero también a las variedades y elaboración en bodega de tipos de vino respondiendo a los gustos cambiantes de los consumidores, donde los blancos y los tintos jóvenes ganan posiciones.

En el objetivo de ajustar la oferta a la demanda y a los niveles de consumo, un factor determinante es igualmente el precio de venta del producto final, tanto en la distribución como en la restauración y, sobre todo, en lo que afecta a las barras de los bares. La imagen negativa de la venta de alcohol afecta a la no incorporación de los jóvenes a su consumo moderado. Pero, mucho más negativo para el consumo, señalan en el sector, son los precios de venta en esa restauración donde se paga en muchos casos por una copa el precio de una botella por un producto que, en muchos casos, no se sirve en las condiciones adecuadas de temperatura, cuando no de botellas abiertas mal conservadas.

España, con una superficie de unas 930.000 hectáreas de viñedos tras los recortes de las últimas décadas y las replantaciones acometidas, se mantiene entre los principales productores comunitarios tras Francia e Italia, en unos volúmenes anuales entre vino y mosto que en los últimos años ha oscilado entre los 32 millones de hectolitros de la campaña pasada, una de las más bajas de la historia reciente, a los 46 millones de 2020, si bien se puede hablar de una media de 38 millones solo de vino y de 43 millones si se suma el mosto. En la actual campaña, la climatología, en líneas generales, ha sido positiva, hubo lluvias y hay agua en el subsuelo. Como cada año, se pueden producir fenómenos puntuales como el pedrisco, pero se barajan cifras de producción media por encima de los 40 millones de hectolitros.

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